Para sobrevivir en la naturaleza se requieren estrategias. Son las fórmulas que la evolución brinda a los seres vivos para que consigan superar con éxito las diferentes fases de sus vidas. Cada especie es particular y, por eso, sus estrategias también lo son. Una de las claves más trascendentales para que un ser vivo no desaparezca es poder perpetuarse, garantizar la supervivencia de su progenie. Y es precisamente asociado a esa fase reproductora cuando cobra fuerza el concepto de hogar, que a veces, de forma simultánea, sirve como refugio frente a depredadores, lugar de descanso temporal o almacén de alimentos. Hogares para todos los gustos: grandes y pequeños, toscos y muy elaborados. El elenco de materias primas es también casi interminable: ramas, piedras, barro, saliva, plumas, etc. Algunos de esos hogares se encuentran en lugares recónditos, mientras que otros podríamos descubrirlos en parques urbanos o incluso en un pequeño jardín.
La exposición “Hogar, dulce hogar. Una estrategia de supervivencia” desvela algunas de esas tipologías de moradas y a sus protagonistas, utilizando ejemplos de especies que habitan en Canarias. Para ello, se emplean diversas técnicas, siempre de manera amena, didáctica y con un lenguaje muy comprensible. Un pequeño montaje de vídeo sintetiza la gran variedad de hogares y da paso a la sección expositiva, que muestra una selección de esas “residencias” en la naturaleza, algunas desconocidos para el gran público y realmente espectaculares, a pesar del pequeño tamaño de sus protagonistas. Para ilustrar algunos de estos casos se ha recurrido a la construcción de maquetas a gran escala. La información se completa con datos de interés sobre la biología reproductora de las especies recogidas en la muestra.